Todo lo que necesitas saber sobre la osteoporosis

Dra. Ena Victoria Ramírez • 20 de junio de 2019

La osteoporosis

La osteoporosis

La osteoporosis es una enfermedad sistémica esquelética caracterizada por la pérdida de masa y deterioro del tejido óseo, que conlleva a un incremento de la fragilidad ósea y por ende, a un mayor riesgo de fractura.

Esencialmente la osteoporosis se desarrolla con la edad por los cambios hormonales de la menopausia y también se encuentra asociada a algunos tipos de enfermedades, tratamientos, factores hereditarios, ambientales e inclusive de estilo de vida.

El hueso es un tejido que sufre remodelación de forma constante durante toda la vida. La cantidad máxima de masa ósea se logra entre los 30 a 35 años de edad, donde la formación y resorción esquelética son equivalentes, permitiendo mantener la densidad ósea constante. Sin embargo, a partir de los 50 años empieza aumentar la pérdida de hueso en ambos sexos, incrementando el riesgo de osteoporosis sobre todo en mujeres posmenopáusicas.

¿Cuáles son los síntomas de la osteoporosis?

La osteoporosis es una enfermedad asintomática (no tiene ningún síntoma) que se descubre generalmente tras una fractura. Las fracturas más frecuentes se generan con golpes leves o inclusive sin golpes previos en la columna vertebral, el hombro, la cadera y la muñeca; pueden producir dolor y secuelas que incluyen la disminución de la estatura y alteraciones de la columna; limitaciones físicas, cambios en el estilo de vida, entre otros.

¿Cuáles son los factores de riesgo para su aparición?

Menopausia: es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la osteoporosis. Esto es debido a que la falta de estrógenos impide la inhibición de la resorción ósea por parte de los osteoclastos conllevando a una pérdida acelerada de hueso, sumado a esto se encuentra la disminución del pico de masa ósea en la mujer por la edad.

Sedentarismo: la actividad física de manera regular promueve la formación de masa ósea y el mantenimiento de la integridad de la microarquitectura del tejido óseo. Así mismo, permite conservar el tono muscular y mejorar los reflejos, de tal manera que disminuye la frecuencia de caídas que predisponen a fracturas. Por tanto, una vida sedentaria aumenta el riesgo de sufrir un deterioro o alteraciones en el esqueleto por carencia de actividad mecánica.

Masa corporal: se cree que los pacientes que tienen un bajo peso (índice de masa corporal menor a 19), presentan menor densidad ósea debido a la disminución de la acción de los osteoblastos (formadores de hueso) por menor carga mecánica del hueso. De igual forma, la escasa o nula producción de estrona que deriva del tejido adiposo conlleva a una pérdida del efecto inhibidor osteoclasto o de resorción ósea.

Ingesta de calcio: el consumo inadecuado de calcio, incrementa la pérdida de masa ósea ya que este compuesto es fundamental en el metabolismo óseo brindando dureza y efecto protector que el hueso requiere. Así mismo, está relacionado con la contracción y mantenimiento de los músculos.

Vitamina D: la deficiencia o insuficiencia de vitamina D incrementan la pérdida, recambio óseo y debilidad muscular conllevando a un mayor riesgo de osteoporosis. La vitamina D, cumple un papel fundamental en la absorción de calcio y fósforo en el intestino, incrementa la reabsorción de calcio en el riñón además de tener una acción sobre osteoblastos y osteoclastos.

Debido a esto, se recomienda dietas que incluyan pescados, aceites de pescados, alimentos fortificados así como la exposición regular a la luz solar para permitir la estimulación de vitamina D endógena.

Tabaco: contiene gran cantidad de agentes tóxicos que afectan la actividad de los osteoblastos además de interferir en la absorción de calcio intestinal. El efecto más importante del tabaco es su acción antiestrogénica que incrementa el riesgo de osteoporosis.

¿Cómo se diagnostica la osteoporosis?

Para el diagnóstico de osteoporosis se lleva a cabo un análisis de historia clínica que incluya factores de riesgo, presencia de fracturas por fragilidad, traumas o enfermedades de base. De igual forma, se realiza una cuantificación de la masa ósea a través del DMO. Esta técnica utiliza rayos X que penetra el tejido blando y hueso, para arrojar un valor estimado de la DMO esquelética. El DMO tiene como objetivo predecir el riesgo de fractura. El valor que define la presencia de osteoporosis es un T-score menor o igual a -2.5. De la misma manera, la osteoporosis puede establecerse a partir de la presencia de 1 o más fracturas por fragilidad que pueden ser de tipo espontáneas, sin golpe directo previo.


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por Natalia Obando 3 de marzo de 2020
Tratamiento para candidiasis . La candidiasis recurrente es una infección vaginal a repetición, ocasionada por diversos hongos del género Candida. La C. albicans, es el hongo que afecta con mayor frecuencia (85-95%) el tracto vaginal, especialmente a mujeres entre 20 y 45 años. La infección a repetición puede ocurrir por transmisión sexual o por invasión del tracto gastrointestinal, donde el sistema de defensa vaginal no responde adecuadamente, o los microorganismos son más resistentes y virulentos. Existen múltiples factores desencadenantes de la candidiasis recurrente. Entre los cuales se destaca, los trastornos metabólicos como la diabetes mellitus, el sobrepeso u obesidad, el embarazo, el consumo de corticoides o antibióticos, los periodos menstruales y el uso de estrógenos en altas concentraciones. Otros factores asociados a las condiciones externas incluyen el uso de jabones que alteran el pH y la flora vaginales normal, la humedad, el calor, la fricción y el uso de ropa interior de material sintético. Los síntomas de la candidiasis recurrente varían en función de la localización de la infección. Generalmente, las localizaciones más comunes son la orofaringe, la esofágica, la mucocutánea (tracto intestinal o vaginal) y la diseminada. En la candidiasis genital y perianal suele presentarse enrojecimiento, edema (hinchazón) en labios menores, prurito y quemazón. Asimismo, se acompaña de secreción blanquecina, espesa, dolor intenso, enrojecimiento e inflamación de la vulva. Por lo general, la micción y mantener relaciones sexuales exacerban los síntomas y suelen ser muy dolorosas. Generalidades de la candida albicans La C. albicans es un hongo del género candida, que crece en una temperatura de 37°C (temperatura corporal). Para su supervivencia y multiplicación, necesita de ambientes húmedos, como las mucosas, la piel y las uñas. Es por esto que, el principal reservorio de este microorganismo es el ser humano, y está presente en piel, boca, faringe, estómago, colon, recto y vagina de individuos completamente sanos. La infección se produce por una colonización de cepas en el tracto gastrointestinal o en la piel, ya sea por una transmisión sexual, mediante manos, objetos o alimentos contaminados, o por transmisión vertical, a través de la madre al hijo durante el parto. Factores de riesgo de candidiasis recurrente Inmunodeficiencia: el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el cáncer, la quimioterapia o radioterapias, y los tratamientos con corticoides, esteroides, inmunosupresores; son condiciones que interfieren con la actividad de defensa del sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones. Fármacos: los antibióticos a repetición, mal administrados o prescritos, aumentan la resistencia bacteriana, y consecuentemente las infecciones a repetición. Estrés, tabaco y alcohol: alteran el sistema inmunitario, aumentando la susceptibilidad a la invasión de microorganismos bacterianos. Dieta deficiente: una dieta carente de nutrientes, puede afectar la flora intestinal. Higiene oral pecaría: puede convertirse en un medio óptimo para la proliferación de microorganismos. Alteraciones hormonales: embarazo, consumo de anticonceptivos orales, la menopausia. Trastornos metabólicos: diabetes mellitus, obesidad, sobrepeso, etc. Lesiones mucocutáneas: producidas por el humo, las quemaduras o en algunos casos la diabetes. Clasificación de la candidiasis Candidiasis oral: los síntomas incluyen placas de color blanco o rosados en la lengua, mucosa oral, comisura de labios, encías o paladar. Aunque en la mayoría de ocasiones son dolorosas, arden y producen un sabor desagradable ya que desencadenan grietas y úlceras, existen individuos que cursan la infección de forma asintomática. Candidiasis esofágica: suele aparecer úlceras o placas en la garganta, produciendo dolor en el pecho asociado con dificultad para consumir alimentos. Onicomicosis: caracterizada por una lesión gradual sobre la capa de queratina de la uña. Por lo general, la uña aumenta el grosor, cambia el tono, produce dolor y pus. Candidiasis urinaria: los hongos del género candida, pueden afectar la vejiga, la uretra y en algunas ocasiones en riñón. Es frecuente en pacientes en diálisis, en tratamientos con corticoides o esteroides, en pacientes diabéticos, o problemas con el metabolismo de los carbohidratos. Candidiasis intestinal: la proliferación masiva de cepas de candida que habitan en el tracto intestinal, pueden dar origen a una infección acompañada de constipación, diarrea, deshidratación, hinchazón abdominal y a nivel sistémico puede ocasionar fatiga, irritabilidad, fiebre y pérdida de peso. Candidiasis genital: es una de las más frecuentes en la que las cepas afectan la mucosa vaginal, provocando el flujo blanquecino, espejo, prurito, y enrojecimiento, quemazón e hipersensibilidad de la vulva. Tratamiento para la candidiasis No farmacológico Reducir la ingesta de carbohidratos simples: para evitar la multiplicación de las cepas de Candida, se recomienda moderar el consumo de alimentos ricos en azúcares simples, ya que éstos son la principal fuente de energía de los hongos y pueden aumentar su capacidad de adhesión. Asimismo, es una medida preventiva para evitar la intolerancia al gluten. Aporte de suplementos: se recomienda complementar la dieta con suplementos vitamínicos o frutas, verduras y pescados con alto contenido en vitaminas, minerales, antioxidantes y omega 3, que favorecen la recuperación de la mucosa del intestino, actúan como una medida protectora frente a las agresiones y disminuyen la inflamación. Farmacológico Antes de empezar con el tratamiento para la candidiasis , es importante realizar un estudio de laboratorio de: pH vaginal: en condiciones normales el pH vaginal s es de 4.0 a 4.5. Un pH elevado puede sugerir una vaginosis bacteriana (pH > 4.5) tricomoniasis (pH 5 a 6) o vulvovaginitis por Candida (pH de 4.0 a 4.5). La observación microscópica de la secreción vaginal es una herramienta de ayuda para determinar la existencia de estructuras fúngicas. Frote: este examen utiliza un portaobjetos (extendido) con la secreción vaginal, que debe secarse y fijarse ya sea con alcohol o calor. Estas muestras se tiñen con Gram o Giemsa/ Wright y así es posible observar las levaduras. Cultivo: el estándar de oro para el diagnóstico de la candidiasis se realiza través de un cultivo en un medio agar dextrosa Sabouraud (SDA). Al microscopio es posible observar diversas levaduras de formas redondas u ovaladas, únicas o en gemación múltiple y ocasionalmente seudohifas. De forma habitual el tratamiento para candidiasis consiste en la aplicación de cremas vaginales antifúngicas o comprimidos vaginales. En casos graves, el tratamiento tópico debe estar acompañado de fármacos orales. Algunos de los fármacos utilizados son: Inhibidores de la síntesis de ergosterol: el mecanismo de estos fármacos radica en la membrana celular del hongo, a través de su unión al ergosterol, alterando la permeabilidad celular. La absorción intestinal de estos fármacos es baja, y la eliminación renal es lenta. En este grupo se encuentra la anfotericina B y la nistatina que resultan tóxicas para el riñón y sistema nervioso, por ende, deben ser utilizadas únicamente bajo supervisión médica. Azoles: estos fármacos actúan sobre la síntesis de la membrana celular del hongo, inhibiendo la desmetilación del lanosterol a través del citocromo P450. Dentro de este grupo se encuentran el clotrimazol. trimazol, itraconazol, ketoconazol, miconazol, entre otros. En altas dosis y por tiempo prolongado, estos fármacos son tóxicos; a pesar de esto el itraconazol no son considerados hepatotóxicos ya que se adhieren en menor medida al citocromo P450. Prevención de la candidiasis recurrente La medidas preventivas incluyen limitar el consumo de azúcares simples, no usar ningún tipo de jabón en el área genital, usar ropa interior de algodón, secar muy bien todas las áreas corporales, evitar el uso de aerosoles o desodorantes en la zona íntima, mantener una buena higiene genital y oral, evitar las duchas vaginales, no usar prendas apretadas o húmedas y cambiarlas siempre después de hacer ejercicio o nadar y mantener relaciones sexuales con métodos de barrera. Asimismo, evitar el tabaquismo y el estrés. Si deseas obtener más información sobre las indicaciones, dosis y efectos adversos del tratamiento para la candidiasis y alternativas para prevenir la candidiasis recurrente, te invitamos a que ingreses a nuestra pagina web: https://www.eviginecologia.com/
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