Vaginismo: trastorno del dolor sexual

Dra. Ena Victoria Ramírez • 25 de septiembre de 2019

Vaginismo

Vaginismo

Las disfunciones sexuales son un conjunto de alteraciones del deseo sexual o cambio psicofisiológico en la respuesta sexual que genera dolor, dificultad, incapacidad o incluso temor de participar en una relación sexual deseada. La mayoría de las mujeres, acuden a la consulta manifiestan deseo sexual hipoactivo, seguido por dolor durante la penetración o dificultades para lograr la excitación.

El vaginismo es un trastorno ocasionado por la contracción involuntaria y espasmódica, recurrente o persistente de los músculos del tercio exterior de la vagina, que interfiere con la penetración y genera tensión o deterioro en las relaciones de pareja. Las causas más frecuentes son el miedo al dolor en la relación sexual, el miedo al embarazo, las experiencias sexuales traumáticas, educación sexual represiva, entre otras. La contracción de los músculos vaginales actúa como un mecanismo de defensa inconsciente para evitar la penetración.

Se puede clasificar en primario, cuando se presenta desde la primera experiencia de penetración que condiciona conductas de evitación y ocasionales intentos de penetración dolorosos y frustrantes. Por otra parte, el secundario aparece luego de un período de funcionamiento normal y representa una respuesta frente al dolor físico de una nueva relación sexual. De igual forma, según la Dra. Miriam C Negrín Pérez, el vaginismo puede clasificarse en distintos grados de acuerdo a la intensidad de la contracción:


  • Grado I: espasmo del elevador del ano que desaparece al conversar y tranquilizar a la paciente.
  • Grado II: espasmo del elevador del ano que persiste durante el examen ginecológico.
  • Grado III: espasmo del elevador del ano o cualquier tensión de glúteos, a cualquier tentativa de exploración ginecológica.
  • Grado IV: moderada excitación, espasmo del elevador, arqueamiento del dorsal, abducción de muslos, defensa y retracción.
  • Grado V: extrema defensa de excitación neurovegetativa con negativa a la exploración ginecológica.

¿Cómo se realiza el diagnóstico de las disfunciones sexuales femeninas?

El diagnóstico es complemente clínico y no requiere pruebas específicas. No obstante, se debe considerar la edad, experiencias traumáticas, persistencia y recurrencia de los síntomas, situaciones en las que se genera, consecuencias que provoca sobre otros aspectos de la vida de la persona, efectos sobre la relación de pareja, etc.

La evaluación de las disfunciones sexuales femeninas implican una historia completa médica, psicosocial y sexual, así como una exploración física incluyendo una exploración ginecológica. Generalmente en el examen ginecológico, la paciente puede manifestar espasmos involuntarios de los músculos perineales, arqueamiento de la espalda, contracción de los aductores de los muslos, y un estado de ansiedad, temor o nerviosismo.

Asimismo es frecuente la pérdida del deseo sexual, desórdenes en las fases de excitación y dificultades orgásmicas. El dolor es referido específicamente en el intento de penetración, con sensaciones de presión intensa, asociado a tensión muscular, ansiedad y principalmente temor al dolor. En la mayoría de los casos las mujeres desarrollan temor a ser abandonadas, sentimientos de culpa, humillación, impotencia y frustración por la imposibilidad de satisfacer a su pareja.

Tratamiento de las disfunciones sexuales femeninas

Todas las disfunciones de la mujer precisan un enfoque terapéutico que contemple la etiología, situación en la que vive la persona, qué efecto tiene en su relación de pareja y cuáles son sus expectativas, desde lo orgánico a lo psicológico, para así establecer las metas terapéuticas específicas. Cabe mencionar que la participación activa de la pareja juega un papel importante en la evolución del tratamiento. De manera general, el tratamiento implica modificaciones educativas y conductuales, psicoterapia y en ocasiones terapia farmacológica.

El tratamiento farmacológico

Estrógenos

Los estrógenos orales favorecen la secreción glandular, el espesor y elasticidad de la vagina, restaurando parcialmente la atrofia y la sequedad vaginal. Por otro lado, cuando existen síntomas atribuidos al dolor o molestias durante el coito, los estrógenos locales pueden utilizarse con mayor eficacia que los orales.

Tratamiento no farmacológico

En muchos casos resulta útil para la mujer y su pareja informarse sobre la respuesta sexual fisiológica, la importancia de una buena relación personal, de la comunicación, de la influencia de ciertos factores (tabaquismo, consumo de alcohol, ejercicio físico) sobre la relación sexual.

En cuanto al deseo hipoactivo se recomienda la eliminación de barreras, una educación adecuada sobre la sexualidad para desmentir falsos mitos y creencias; implementar ejercicios que permitan mejorar la comunicación afectiva y erótica, o reavivar el interés y las fantasías sexuales. De igual forma, puede resultar útil para el tratamiento del vaginismo promover el control del manejo de la musculatura pélvica (ejercicios de Kegel) y se ha descrito la desensibilización progresiva mediante el uso de dilatadores de tamaños variados.

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por Natalia Obando 3 de marzo de 2020
Tratamiento para candidiasis . La candidiasis recurrente es una infección vaginal a repetición, ocasionada por diversos hongos del género Candida. La C. albicans, es el hongo que afecta con mayor frecuencia (85-95%) el tracto vaginal, especialmente a mujeres entre 20 y 45 años. La infección a repetición puede ocurrir por transmisión sexual o por invasión del tracto gastrointestinal, donde el sistema de defensa vaginal no responde adecuadamente, o los microorganismos son más resistentes y virulentos. Existen múltiples factores desencadenantes de la candidiasis recurrente. Entre los cuales se destaca, los trastornos metabólicos como la diabetes mellitus, el sobrepeso u obesidad, el embarazo, el consumo de corticoides o antibióticos, los periodos menstruales y el uso de estrógenos en altas concentraciones. Otros factores asociados a las condiciones externas incluyen el uso de jabones que alteran el pH y la flora vaginales normal, la humedad, el calor, la fricción y el uso de ropa interior de material sintético. Los síntomas de la candidiasis recurrente varían en función de la localización de la infección. Generalmente, las localizaciones más comunes son la orofaringe, la esofágica, la mucocutánea (tracto intestinal o vaginal) y la diseminada. En la candidiasis genital y perianal suele presentarse enrojecimiento, edema (hinchazón) en labios menores, prurito y quemazón. Asimismo, se acompaña de secreción blanquecina, espesa, dolor intenso, enrojecimiento e inflamación de la vulva. Por lo general, la micción y mantener relaciones sexuales exacerban los síntomas y suelen ser muy dolorosas. Generalidades de la candida albicans La C. albicans es un hongo del género candida, que crece en una temperatura de 37°C (temperatura corporal). Para su supervivencia y multiplicación, necesita de ambientes húmedos, como las mucosas, la piel y las uñas. Es por esto que, el principal reservorio de este microorganismo es el ser humano, y está presente en piel, boca, faringe, estómago, colon, recto y vagina de individuos completamente sanos. La infección se produce por una colonización de cepas en el tracto gastrointestinal o en la piel, ya sea por una transmisión sexual, mediante manos, objetos o alimentos contaminados, o por transmisión vertical, a través de la madre al hijo durante el parto. Factores de riesgo de candidiasis recurrente Inmunodeficiencia: el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el cáncer, la quimioterapia o radioterapias, y los tratamientos con corticoides, esteroides, inmunosupresores; son condiciones que interfieren con la actividad de defensa del sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones. Fármacos: los antibióticos a repetición, mal administrados o prescritos, aumentan la resistencia bacteriana, y consecuentemente las infecciones a repetición. Estrés, tabaco y alcohol: alteran el sistema inmunitario, aumentando la susceptibilidad a la invasión de microorganismos bacterianos. Dieta deficiente: una dieta carente de nutrientes, puede afectar la flora intestinal. Higiene oral pecaría: puede convertirse en un medio óptimo para la proliferación de microorganismos. Alteraciones hormonales: embarazo, consumo de anticonceptivos orales, la menopausia. Trastornos metabólicos: diabetes mellitus, obesidad, sobrepeso, etc. Lesiones mucocutáneas: producidas por el humo, las quemaduras o en algunos casos la diabetes. Clasificación de la candidiasis Candidiasis oral: los síntomas incluyen placas de color blanco o rosados en la lengua, mucosa oral, comisura de labios, encías o paladar. Aunque en la mayoría de ocasiones son dolorosas, arden y producen un sabor desagradable ya que desencadenan grietas y úlceras, existen individuos que cursan la infección de forma asintomática. Candidiasis esofágica: suele aparecer úlceras o placas en la garganta, produciendo dolor en el pecho asociado con dificultad para consumir alimentos. Onicomicosis: caracterizada por una lesión gradual sobre la capa de queratina de la uña. Por lo general, la uña aumenta el grosor, cambia el tono, produce dolor y pus. Candidiasis urinaria: los hongos del género candida, pueden afectar la vejiga, la uretra y en algunas ocasiones en riñón. Es frecuente en pacientes en diálisis, en tratamientos con corticoides o esteroides, en pacientes diabéticos, o problemas con el metabolismo de los carbohidratos. Candidiasis intestinal: la proliferación masiva de cepas de candida que habitan en el tracto intestinal, pueden dar origen a una infección acompañada de constipación, diarrea, deshidratación, hinchazón abdominal y a nivel sistémico puede ocasionar fatiga, irritabilidad, fiebre y pérdida de peso. Candidiasis genital: es una de las más frecuentes en la que las cepas afectan la mucosa vaginal, provocando el flujo blanquecino, espejo, prurito, y enrojecimiento, quemazón e hipersensibilidad de la vulva. Tratamiento para la candidiasis No farmacológico Reducir la ingesta de carbohidratos simples: para evitar la multiplicación de las cepas de Candida, se recomienda moderar el consumo de alimentos ricos en azúcares simples, ya que éstos son la principal fuente de energía de los hongos y pueden aumentar su capacidad de adhesión. Asimismo, es una medida preventiva para evitar la intolerancia al gluten. Aporte de suplementos: se recomienda complementar la dieta con suplementos vitamínicos o frutas, verduras y pescados con alto contenido en vitaminas, minerales, antioxidantes y omega 3, que favorecen la recuperación de la mucosa del intestino, actúan como una medida protectora frente a las agresiones y disminuyen la inflamación. Farmacológico Antes de empezar con el tratamiento para la candidiasis , es importante realizar un estudio de laboratorio de: pH vaginal: en condiciones normales el pH vaginal s es de 4.0 a 4.5. Un pH elevado puede sugerir una vaginosis bacteriana (pH > 4.5) tricomoniasis (pH 5 a 6) o vulvovaginitis por Candida (pH de 4.0 a 4.5). La observación microscópica de la secreción vaginal es una herramienta de ayuda para determinar la existencia de estructuras fúngicas. Frote: este examen utiliza un portaobjetos (extendido) con la secreción vaginal, que debe secarse y fijarse ya sea con alcohol o calor. Estas muestras se tiñen con Gram o Giemsa/ Wright y así es posible observar las levaduras. Cultivo: el estándar de oro para el diagnóstico de la candidiasis se realiza través de un cultivo en un medio agar dextrosa Sabouraud (SDA). Al microscopio es posible observar diversas levaduras de formas redondas u ovaladas, únicas o en gemación múltiple y ocasionalmente seudohifas. De forma habitual el tratamiento para candidiasis consiste en la aplicación de cremas vaginales antifúngicas o comprimidos vaginales. En casos graves, el tratamiento tópico debe estar acompañado de fármacos orales. Algunos de los fármacos utilizados son: Inhibidores de la síntesis de ergosterol: el mecanismo de estos fármacos radica en la membrana celular del hongo, a través de su unión al ergosterol, alterando la permeabilidad celular. La absorción intestinal de estos fármacos es baja, y la eliminación renal es lenta. En este grupo se encuentra la anfotericina B y la nistatina que resultan tóxicas para el riñón y sistema nervioso, por ende, deben ser utilizadas únicamente bajo supervisión médica. Azoles: estos fármacos actúan sobre la síntesis de la membrana celular del hongo, inhibiendo la desmetilación del lanosterol a través del citocromo P450. Dentro de este grupo se encuentran el clotrimazol. trimazol, itraconazol, ketoconazol, miconazol, entre otros. En altas dosis y por tiempo prolongado, estos fármacos son tóxicos; a pesar de esto el itraconazol no son considerados hepatotóxicos ya que se adhieren en menor medida al citocromo P450. Prevención de la candidiasis recurrente La medidas preventivas incluyen limitar el consumo de azúcares simples, no usar ningún tipo de jabón en el área genital, usar ropa interior de algodón, secar muy bien todas las áreas corporales, evitar el uso de aerosoles o desodorantes en la zona íntima, mantener una buena higiene genital y oral, evitar las duchas vaginales, no usar prendas apretadas o húmedas y cambiarlas siempre después de hacer ejercicio o nadar y mantener relaciones sexuales con métodos de barrera. Asimismo, evitar el tabaquismo y el estrés. Si deseas obtener más información sobre las indicaciones, dosis y efectos adversos del tratamiento para la candidiasis y alternativas para prevenir la candidiasis recurrente, te invitamos a que ingreses a nuestra pagina web: https://www.eviginecologia.com/
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